Elsa Marincovich. Arte y Poesía.

Blog personal de Elsa "Tita" Marincovich donde publica sus obras: pinturas, escritos y poesía.

viernes, 19 de octubre de 2012

Muestra Arte contemporáneo Elsa Tita Marincovich

Introducción y presentación de Amanda Patarca.


Sabemos que el ser humano es único e irrepetible. Sin embargo, decir eso de Elsa Tita Marincovich es decir poco y hasta podría parecer un lugar común para sostener algún indicio de vanidad, de la cual ella carece rotundamente.

Elsa no entra dentro de los parámetros con que se mide la dimensión humana ya que, en cuanto a su forma de ser esencial  no se parece a ninguno de los seres que habitan en esta tierra. Ella es eso y mucho más. Es un ser amable y cargado de ternura cuya actividad ininterrumpida y armónicamente elaborada para conseguir el deleite para si y para los demás la ha llevado por caminos de complejidad actualmente inabordables.

Elsa Marincovich es ella y su trayectoria, desarrollada desde su niñez  vivida en el campo, entre arboledas  flores, puntillas, bordados y guipures. Frutos todos, tomados, naturalmente de sus antepasados centroeuropeos. Los que le darían el primer envión, para que luego, de manera inconsciente comenzarán a surgir de su mente a la manera de diseños exclusivos de valor incalculable.

Diseños que podemos reconocer en las memorables confecciones de blusas feminísimas al mejor estilo collage, las que quedaron en las mentes de las que tuvimos la dicha de vestirlas o admirarlas en otros cuerpos, como obras de arte dignas de coleccionar y preservar del paso del tiempo. También podemos reconocer su personal creatividad en sus esculturas de finas formas, conjuntamente con los variados bustos de exactos semblantes, ejemplificados por el de su propio padre. Buscó que reguardaran la sala de las esculturas del Mahda –Museo y Archivo Histórico de Arrecifes- y demás ámbitos, ubicados en todo el país  concernientes a colecciones privadas.

Y fundamentalmente en su pintura conceptual –abstracta de misteriosa fórmula y excepcional carácter, como la que hoy nos acerca a manera de presente puro o regalo de lujo. Para que nuestra sensibilidad intervenida por la presencia de estas obras ya concretadas y expuestas, nos permita reconocer lo positivo de la vida cuando se la vive iluminándola con la luz de la conciencia. Y eso lo podemos afirmar sin temor a equivocarnos porque sus telas de equilibrado ajuste y sublimes iridiscencias nos permite adentrarnos intuitiva y prontamente en su alma, la que se nos brinda con tal alto grado de refinamiento como para describirla así  sosegada, sencilla, mesurada pero en revolución permanente. Y eso es lo que la transforma, justamente, en una artista pura, sin macula, brillante, resplandeciente. Talladas sus aristas por la vida con la perfección necesaria para el logro del engarce justo. Así la vemos.

Pero hay más: Elsa es poeta, también. Y ser poeta es otra cosa más a su favor. Lo dicho aquí no alcanza para abarcarla. Sus dones que son muchos y variados necesitan de nuestro silencio para conseguir escuchar, llegados desde el interior de sus poemas, el ritmo esencial, cuyo sonido nos remite al inicio de la vida, cuando ambos reinos no llegaban a diferenciarse.

Su tristeza y su alegría, le otorgaron el drenaje de su energía. Y el desprendimiento producido en la imagen del cielo y de la tierra enfrentados, en el arriba y el abajo, fue el responsable de que Elsa Marincovich, nuestra Tita, desde ese día -el metafórico de su nacimiento- dirigiera sus incógnitas inquietantes desde la actitud artística- humanística y social. Para salvarse y salvarnos de los intrascendente  de lo superficial, de lo vacío. Anteponiendo la teoría de lo interesante como elemento necesario para neutralizar lo indiscriminado. Ella pobló su mundo de imágenes y nosotros gozamos de ese mundo y lo hacemos nuestro porque nos gusta hacerlo. Tal vez, porque de manera inconsciente  llegamos al convencimiento de que nadie como ella pudo haber conseguido esta manera de expresarse para conseguir, tan naturalmente como lo ha hecho, que nuestra alegría surgida de la coincidencia se exaltara hasta el estremecimiento.

Paul Valery decía que para saber de barcos había que saber de mares, de olas, de mareas, de vientos, de sal, de arenas, de playas, de ríos…y de tsunamis podría agregar, calladamente Elsa sin decirlo. Abarcó, sabemos, todo lo que le interesó. Y dentro del arte, como palabra mayor, todo. Y nos transmitió esa musicalidad noble y delicada que el silencia degusta – tal como degustan los vinos los que conocen la esencia reparadora de su suavidad controlada. Armonía y control son sus verdades. Verdades de las que nos hemos adueñado para conseguir este deleite compartido.

Amanda Patarca.

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